jueves, 15 de octubre de 2009

La reina y el zorro

Había una vez una reina muy hermosa, tan hermosa que solo su soledad superaba a su belleza, y había un zorro cuya mirada tenia fuego en sus ojos, tan hermoso que solo su soledad superaba su belleza, ambos pasaron lustros sin conocerse, el zorro vagabundeo por praderas y bosques, los cuales estaban muy lejos de su madriguera, la reina se escondía tras una pared de falsa seguridad y frialdad en su castillo, un castillo que había construido junto a su rey y sus cortesanos, el zorro en una ocasión, mientras caminaba y se lamentaba y reprochaba así mismo el no haber sido un lobo o un águila en lugar de un simple zorro, sin saberlo, llego al castillo donde vivía la reina. Tímidamente se adentro en el castillo, teniendo cuidado de no provocar sobresaltos, mientras el zorro paseaba en el interior del castillo, a la reina se le ocurrió salir de sus aposentos y caminar en su castillo, sin tenerlo preparado ni buscar algo que cambiara la rutina de sus vidas, la reina y el zorro se encontraron de frente, se encontraron y se miraron, se miraron tan solo un instante, sin embargo, para la reina y el zorro, ese instante les cambio su vida para siempre, en el instante en que se vieron, sintieron algo que nunca antes habían sentido, y lo que para todos los presentes tan solo fue un instante, para ellos fue casi eterno.

Después de ese día, el zorro volvió a regresar todos los días al castillo, tan solo por la esperanza de poder volver a mirar otro instante a la reina, y la reina salio a caminar todos los días, con la única intención de ver al zorro. Aunque el castillo estaba repleto de muchas clases de animales, como toros enormes, perros guardianes, caballos vigorosos, hasta serpientes venenosas, la reina hasta ese momento nunca se había interesado por ningún animal de su castillo.

Y aunque en el castillo había muchas clases de mujeres, mujeres altas, mujeres delgadas, mujeres obesas, mujeres hermosas, mujeres jóvenes. Al zorro solo le interesaba la reina.

La reina a pesar de ser hermosa y de tener a su rey, y de vivir en un castillo y de tener oro y joyas que embellecían aun mas su corona, se sentía sola, sentía soledad en su corazón, nadie sabia de la soledad que habitaba en su corazón, nadie excepto ella.

El zorro, a pesar de ser hermoso y tener fuego en su mirada, se sentía abandonado y horrible y sin luz en sus ojos, muchos sabían de la soledad que atormentaba al zorro, pero nadie hacia nada por ayudarlo.

Un día que el zorro iba caminando rumbo al castillo con la simple intención de ver a su reina, porque él aun era muy tímido para acercarse a ella y dejar que sus suaves y casi perfectas manos acariciaran su pelambre, sufrió una herida en una de sus patas, el zorro llego herido al castillo, y nadie se dio cuenta de su dolor, nadie excepto la reina, entonces mientras el zorro se lamía su herida, llego la reina en su auxilio, el zorro tímidamente acepto la ayuda de la reina, y la reina tímidamente ayudo al zorro.

La reina curo las heridas del zorro, desde ese momento, el zorro comenzó a perder la timidez que le impedía acercarse a la reina y comenzó a estar mas y mas y mas y mas cerca de ella, después de que la reina curara la herida de su pata, el zorro comenzó a recobrar el brillo y el color fuego de su pelo, además de la intensidad y brillantes de su mirada. Y al mismo tiempo que la reina curaba las heridas del zorro, el zorro sin saber que la casi perfecta reina tenia heridas en su corazón, comenzó a sanar las heridas de la reina, poco a poco la hermosa reina y el vivaz zorro, comenzaron a ser quienes realmente eran. La reina una mujer hermosa, tan hermosa que no necesitaba de cetros ni coronas, y el zorro, un zorro hermoso que no necesitaba ser más grande o más fuerte.

Conforme pasaba el tiempo y el contacto entre la reina y el zorro se hacia cada vez mas fuerte, el zorro que antes sentía autocompasión por no haber nacido siendo águila o lobo u oso o cualquier otro animal, comenzó a observar mas detalladamente su reflejo en el agua de un rió, y comenzó a darse cuenta que no era más que los demás animales del bosque por querer ser superior a ellos, sino que se dio cuenta que no era menos que los demás, porque era especial para la reina y para ser especial para la reina, no se necesitaba ni ser el más fuerte, ni el más veloz o el que volara más alto, sino simplemente ser él mismo. Se dio cuenta que todos los demás animales del bosque, no eran especiales, eran animales comunes y corrientes, no eran especiales porque nadie sentía ni veía nada especial en ellos, y el era especial porque la reina vio en el lo que nadie mas pudo ver.

Y la reina que se escondía bajo una cortina de seguridad, comenzó a darse cuenta que los sueños de su juventud, esos sueños que ella creía que no eran mas que simples y llanos sueños, se dio cuenta que no eran solo sueños, sino que eran realidades.

Y a la reina le gustaba que el zorro perdiera la timidez y se le acercara, le gustaba que el zorro la acompañara a donde ella fuera, y el zorro gustosamente la acompañaba a cualquier parte, en una noche de luna, después de todas las heridas que mutuamente sin saber se habían curado, por fin el zorro pudo sentir las tersas manos de la reina acariciando su pelo, tocando con sus dedos la fina y densa capa de pelo que cubría todo su cuerpo, desde su bigote mas largo, hasta la punta de su cola.

Pero la reina y el zorro eran muy diferentes, tan diferentes como la noche y el día, y el zorro no podía darle un reino a su reina, a pesar de que él quería y lo deseaba, el zorro no era capaz de darle un reino como el que ya poseía la reina, y la reina no era capaz de darle un bosque donde ser libre, a pesar de que la reina quería y lo deseaba, la reina no era capaz de darle al zorro un bosque donde pudiera hacer realidad sus sueños.

La reina, mientras liberaba al zorro a las afueras de su reino, en el justo limite del final de su reino y el comienzo del bosque del zorro, la reina al ver los ojos del zorro llenos de lagrimas, no pudo ser tan fuerte y a pesar de que se propuso a si misma el no hacerlo, no soporto despedirse del zorro. Y la reina al mismo tiempo que dejaba en libertad al zorro comenzó a llorar, al mismo tiempo que lo dejaba en liberta, ella derramaba lagrimas por él.

La reina nunca antes de esa despedida había llorado, y nunca más lo volvió a hacer.

La bella reina regreso a su vida en su castillo, y el zorro regreso a su vida en el bosque.

Un día, la reina y el zorro se reencontraron, ella seguía siendo tan hermosa como el primer día que el zorro la vio, y el zorro seguía teniendo ese brillo en su mirada, el mismo brillo que vio ella el primer día que lo conoció.
Y la reina acaricio al zorro y el zorro se dejo acariciar por la reina, sus manos eran tan suaves y tersas como él las recordaba, y el pelo del zorro, era tan suave y tan terso como ella lo recordaba, sin embargo, la reina también recordó que ella por mas que deseara y por mas que amara a su zorro, ella nunca jamás podría darle un bosque donde él pudiera ser libre, nunca podría darle un bosque donde su zorro pudiera hacer sus sueños realidad.
Y el zorro recordó, que por mas que amara a su reina, él nunca podría darle un castillo donde ella pudiera continuar con su vida de reina, y recordaron que ambos son muy diferentes, tan diferentes como el día y la noche. Esa fue la ultima vez que se vieron la reina y el zorro.

La reina nunca olvidara a su zorro, y el zorro nunca olvidara a su reina.

Le reina nunca olvidara a su zorro que la hizo volver a soñar, y el zorro nunca olvidara a su reina que lo hizo comenzar a soñar.

Y con lágrimas en sus ojos y en sus corazones, pero con todas sus heridas sanadas, ambos se dijeron adiós. Para nunca mas volverse a ver.